Los dones de la espera
Siempre, adonde llego,
me dicen que espere.
Y espero.
A veces ni me escuchan.
Espero.
Nací en el campo. Tuve tierras.
Esperé las lluvias.
Esperé los soles.
21 días para los pollitos amarillos.
30 días para los paticos del lago.
Esperé que crecieran los árboles,
durante años. Sépanlo ustedes que compran
en el mercado los frutos ya maduros.
Me resisto a considerar
que durante todo el tiempo que un árbol tarda en crecer
no tengas para mí una mirada amistosa.
Si no la tuvieres,
como no tuvo frutos alguno de aquellos árobles,
aún podré esperarlos de otro.
O del siguiente, si fuere necesario.
Yo sé esperar.
Geraldino Brasil, “Los dones de la espera” (versión de Jaime Jaramillo Escobar)