Cómo me reí
No pude aceptar que hubiera recuerdos “buenos” y “malos”, felices o infelices. Para mí los recuerdos no tienen nada que ver con la felicidad. La carga afectiva se agota en la distancia, la distancia que hay entre el hecho y el recuerdo, entre la realidad y el pensamiento, ese lapso extraño, irreductible, que permanece por siempre, una eternidad limitada, el hecho en una punta, el recuerdo en la otra. No vale la pena preguntarse por lo que hubo en el intervalo, porque no hay intervalo. Todo es hecho y recuerdo, en un continuo abigarrado. El intervalo es una ficción, una construcción mental.
César Aira, Cómo me reí