La novela luminosa
Morirse debe de ser como salir a la calle, cosa que me cuesta cada día más, pero sin la esperanza de retornar a casa. Tal vez en mi inconsciente se forme la imagen de mí mismo, muerto, como una especie de fantasma errante y desconsolado que no encuentra su lugar, del mismo modo que tampoco he logrado encontrarlo aquí en la vida. Es posible que la muerte asuste porque se la percibe como un nuevo nacimiento, ya que el no ser no tiene nada de aterrador porque no hay qué aterrar; y ante la idea de un nuevo nacimiento uno se agarra la cabeza y exclama: “¡Oh, no! ¡Otra vez no!”. Esto no quiere decir que tenga grandes quejas contra la vida; al contrario. Solo lamento haber estado siempre tan angustiado por el temor a lo imprevisto, a lo desconocido, todo el tiempo, incluso en momentos en que no hay mayores motivos para pensar en alguna irrupción desagradable.
Mario Levrero, La novela luminosa